Pregón de 1992 - Francisco Maseda Garcia

PREGON “DIA DE LA GAITA” AÑO 1992

Francisco Maseda García

 

Nado en La Habana (Cuba) ó 1 de setembro de 1914 de pais devesanos.

Cursou Bacharelato e Peritaxe Mercantil na Coruña. Desenvolveu a súa vida profesional nos negocios familiares de Casa Maseda, Carpintería Maseda e Hotel Ribanova. Con 29 anos foi nomeado Alcalde da vila e mantívose no cargo perante 22 anos; cabe destacar baixo o seu mandato a construcción da Cociña Comedor para necesitados (daría lugar á Gardería Infantil e ó Fogar da Terceira Idade), o Parador de Turismo, a Axencia de Extensión Agraria, o Campamento da Devesa, a conclusión do proceso de compra do Palacio de Ibáñez e a súa rehabilitación para a actual Casa do Concello, a adquisición de terreos, a construcción do Estadio Municipal de Fútbol, a construcción das 16 viviendas Francisco Iglesias e as 46 do Grupo San Miguel, a Biblioteca Pública El Viejo Pancho, etc.

Xa apartado da primeira línea da política impulsóu a construcción de viviendas da Cooperativa Santa Cruz, foi presidente do Ribadeo F.C. e da Asociación Amigos da Gaita Galega ata o seu falecemento no ano 2007

 

MUY BUENAS TARDES A TODOS:

Cuando debo decir este pregón coincide con que están sonando 30 campanadas en el reloj de los años que marcan desde el nacimiento de la Sociedad ”Amigos de la Gaita” allá por el 1962 a este de 1992 en que nos aprestamos a conmemorar lo que resulta una fecha singular al estar a caballo de la Plata y el Oro y por eso estoy en la intención de dejar hoy constancia de mi paso por los entresijos de este algo –que nacido sin dolor en pañales de una sana alegría compartida- las futuras generaciones no deben consentir que fenezca.

Permitidme que este humilde trabajo pergeñado dentro de mis confesables limitaciones, lo dirija al pueblo de Ribadeo, en la esperanza de que sirva como un pequeño rayo de luz que recuerde en el futuro mucho de lo que le debe a esta Sociedad, unido a un especial envío a “Moncho de los Enanos” y Justito Barreiro, pregoneros e élite que fueron de esta fiesta tan popular y enxebre que hoy empezamos a vivir.

Mi aportación personal a cuanto de bueno o malo sea el lastre obtenido, jamás le ha regateado, por lo que creo en el perfecto derecho de manejar los bolillos que han urdido el encaje de lo que ha llegado a ser “Amigos de la Gaita” y que demasiado sé que de por sí solo no me concede patente de corso alguna, aunque también crea que representa un legítimo pasaporte para avalar esta mi presencia ante vosotros.

Decía Rosalía en un gesto en el que quizás daba a entender una impotencia o desvío de su poesía, confesando su pecado con este verso:

DAQUELAS que cantan ás pombas e ás frores,

todos dín que teñen alma de muller.

POIS eu que n’as canto, Virxe da Paloma,

Ai!, de que a teréi?

Pues bien, yo también, aunque me sepa legitimado para hacerlo, reconozco mi atrevimiento para encararme con ese tan significativo acto, el Pregón anual con el que pretendemos cantar odas las virtudes que encierra Santa Cruz, maravillas que tienen embrujo, garra natural que atrae y cautiva, que te convierten en su esclavo y cómplice de las trasnadas de los traviesos diablillos buenos que por allí revolotean. Y es que Santa Cruz y su entorno, pienso es como una bella odalisca que te invita a que compartas su harén y en el que el Apolo Sultán es el Gaitero.

Dejadme, pues, que me crea (aunque solo sea por unos fugaces momentos) un desarmado “caballero andante”, sin lanzas no arcabuces y ni siquiera jumento con el que poder desplazarme en busca de esa gran aventura tras la que corren los Caballeros que defienden a Dulcineas en peligro. Vosotros imaginadme a cuerpo limpio tratando de defender una herencia sobrecargada de compromisos: conservar lo que ya existía y procurar su mayor expansión. Y no trato, creédmelo, de construir una figura literaria tras la que poder escudarme y sí, por el contrario, de hacer el flash de una auténtica realidad vivida a todo lo largo y ancho que puedan dar de si estos 12 años comprometidos en el seguir avanzando de una Sociedad que tuve la suerte de ayudar a impulsar mismamente desde que tuvo uso de razón.

Hoy, amigos míos, nos mueve un olor a fiesta en bocanadas de aire precursoras de un sano regocijo popular, puesto que la Jira-Romería va mucho mas allá de constituir la simple diversión de una pequeña parroquia, ya que su incidencia festiva penetra en le tejido social de muchos kilómetros a la redonda. Por eso nosotros queremos ayudar a que la campana de su capillita rural, anuncie otra edición masiva y plural, que como ya es tradicional se desarrolla sobre el pedestal que hermana y se engarza con la bocana del Puerto, razón por la que este pregón pretenda un tanto ambiciosamente, ser además de anunciador de tal acontecimiento, un pequeño recordatorio de gentes, momento y hechos importantes, expuestos en mínimos retazos, como serpentinas de historia, par cerrarlo con el sueño a que aspiramos.

La convocatoria huele a fiesta, a ruido de cohetes y sonido de gaitas, pero también he de hablaros del cuando o ayer, del cómo o lo que se hizo y del futuro prometedor de la Sociedad.

Se ha escrito y dicho mucho de Santa Cruz, pero entiendo que aun queda bastante por hacer en la exaltación de ese regalo de la naturaleza que el hombre debe mimar y conservar; lugar que yo creo es como un gran ojo que vigila a los que vivimos en el llano, y que también es vigía de los pescadores que se hacen a la mar buscando muchas veces pescas imposible.

Desde allí, a mi se me antoja que bajan invisibles duendecillos, que por el día se esconden entre las flores de los tojos y que en las noches sin Luna caminan a la luz de las luciérnagas, sigilosamente, procesionalmente, al encuentro del misterio sensual que genera los besos y caricias de las aguas de la Ría sobre las tersas y morenas espaldas de la playa. Ellos mojan sus pies y retornan a sus habitáculos una vez cumplido el ritual y soñando con volver a ser acariciados por el mar como lo son las arenas de la playa.

Queremos intuir el espíritu y la fuerza de Carlos, cuando pensó poder convertir a Santa Cruz, qué como Noriega Varela decía “de estos cumes cáseque sacros”, chamándolles “veciñanzas do ceo”, en el faro con proyección a los cuatro vientos, de la exaltación de una figura y de un instrumento, para lo que clavó el hito de su señal e influencia, sabedor de que el sentimiento popular del gallego se asienta en la danza y en el canto que tienen como forma comunicativa la expresión de la gaita y su mejor intérprete la figura del gaitero. Y así, Santa Cruz, sería algo así como el fuego que alimente la identidad espiritual “desta nosa vella raza espallada polo mundo”. Es posible que a muchos se les escape calibrar el verdadero valor contributivo de nuestra aportación representada en ese paisaje por el Monumento y el resonar de las gaitas “entre as follas dos eucalitos, e o arume harpado dos nosos piñeirais”, en la construcción de nuestra pequeña historia, pero significativo eslabón de la otra gran historia gallega. Y no lo olvidemos nunca: tenemos una joya que disfrutar, pero también noblemente el compromiso de conservar. Recordemos lo que a este respecto dijo en 1982 Justo Barreiro, en su intervención pregonera: “tristura de vida se sempre fose noite e sempre entivera chovendo, e, ainda mais, se non houbera piñeiros nen carballos, nen soara a gaita no monte da Santa Cruz”.

Y si es cierto que a partir de un punto muy concreto empieza a dorarse la última raya de este mundo, pienso que el fenómeno debe ocurrir cuando la noche da su saludo al día ampliando el naranja del horizonte, mientras el púrpura asciende al amarillo, momento en el que podemos percibir el desgarro del aire producido por el vuelo de un pájaro y cómo todavía la leve luz roza con sus dedos las pétreas facciones del gaitero y entonces comienza el baile de un juego de adivinanzas persiguiendo las sombras y los rasgos de un paisaje que parece haber sido pintado por la inocencia de un niño para procurar el mejor gozo del alba, mientras la Luna se aleja por su propio agujero de luz y entonces surge la aparición de una belleza embriagadora que nos envuelve y transporta en alas de aves invisibles a lugares inenarrables para que podamos creer en Dios.

La atalaya de Santa Cruz, que para muchos sirve como arqueta guardadora de recuerdos gastronómicos y sexuales, para mi experiencia personal fue lugar utilizado para tratar importantes planificaciones vía municipal ya que resultaba una plataforma idónea para predisponer a la ayuda y solución de los problemas planteados. Y entre otros asuntos que allí fueron resueltos, a pesar de otras ofertas de lugares, fue la ubicación del Parador de Turismo, mejora que adrede dejo sin calibrar porque en su momento no fue acogida con parabienes, pero que sin duda supuso el despegue económico de la villa. Santa Cruz podría hablarnos de la nominación de Ribadeo como sede para la clausura del Congreso Eucarístico; del fallido Plan Cepal y de la ubicación del Instituto Laboral, entre otras mejoras conseguidas para nuestro pueblo.

Y por estimar que nada mejor para concretar el tema que nos entretiene, paliando al “gallego-inglés”, admirado y buen amigo John Rutherford, me atreveré a exclamar:

Ai!, Santa Cruz y tu gaitero,

lugar ameigado,

con tu aire cordial y agarimoso,

qué tendreis escondido? qué tendréis!?

La Jira de Santa Cruz qué, como la misma sociedad, tuvo un venir a la vida un tanto como la chira callando en un reducido ámbito, como si de un espiral ascendente se tratase fue creciendo debido a que el cuidado de su organización aún dentro de las obligadas limitaciones, la espléndida atalaya en que se desarrolla y la confraternidad que allí se respira son, de por si, el rapsoda ideal para ir divulgando de pueblo en pueblo la mejor de sus trovas a lo que había nacido sin otras normas ni motivaciones distintas a las que no fuesen las naturales de las romerías galaico-asturianas recibidas de nuestros antepasados: gaitas y panderos en unas jornadas de buen xantar y mejor beber, de un compartir popular y dentro de un respeto colectivo.

El Gaitero de piedra surgido de los cinceles de Failde como tallador del granito y del inarrugable tesón de Carlos S. Couto para conseguirlo, en cada primer domingo de Agosto invita y espera. Invita a que disfrutéis de la gran borrachera que la naturaleza te sirve y regala, y espera a que el calor humano le ayude a seguir lanzando melodías de Pondal, Rosalía, Curros, Cabanillas, Noriega… precisamente en esas noches grises en que la luna se nos muestra tímida y candorosa, cuando las hojas del eucaliptal se engalan coquetonas con la niebla que subiendo desde Berbesa y en competencia con el arte de la alta peluquería, forma espectaculares tirabuzones con los que adorna sus cabelleras.

La Jira se ha ganado a pulso, siguiendo el ritmo inicial y sin concesiones a lo extraño, su mayoría de edad, y esto aun luchando contra incomodidades y carencia de servicios, eso a los que algunos egoístas, miopes de visión, en fechas aun bien próximas le negaban el agua y la sal, adoptando una postura intransigente que al fin resultó superada para dar paso a una realidad de urbanización que cambiar sin duda la imagen del lugar pero que contribuirá a que la Jira siga ganando prestigio y popularidad. Es que su fundador y principal impulsor intuyó perfectamente que aquel paraje reunía condiciones idóneas para convertirse en un centro de reunión obligada para cuantos deseen oír las melodías de la gaita, ver el trenzado de la muiñeira, ó recrearse en el Belén de la Ría, que todo eso, así en trocitos hechos cuerpo con alma de emigrante deseoso de regresar a su tierra, es, amigos míos, la romería de Santa Cruz.

Yo no sé si contagiados por esos tres importantes acontecimiento; Sevilla-Barcelona-Madrid, que los españoles ya estamos viviendo, o si fue pura coincidencia el descabalgar de una postura que se estaba sosteniendo de forma artificial, lo cierto es que la urbanización de Santa Cruz, marco que encuadra a la Jira, adquirió un muy aceptable volumen en esas obras y servicios que se venían demandando, si era que de verdad queríamos poder ofertar un lugar donde nos podamos sentir cómodos, con un mínimo de servicios necesarios cubierto y en un futuro próximo asegurado la facilidad de aparcamiento. Más por las razones que fueran -pasar de la miseria al bienestar- lo cierto es que este año de 1992 se convirtió en una fecha inolvidable para cuantos acuden puntualmente a la romería que allí tiene lugar.

Santa Cruz, como todos sabéis, cuenta con su propio día de celebración en convocatoria que formulan los vecinos de Obe, sin embargo, su gran proyección casera y amplios aledaños, se pronuncia y explosiona en cada primer domingo de agosto a través de un espectáculo en la línea tradicional folclórica como es la romería de Santa Cruz por que decidme ¿quién promocionó mejor que su JIRA el que pisen tierra ribadense miles de romeros, esos que anualmente se dan cita a la sombra del Gaitero? No podemos olvidar que uno de los consejos de que dispone nuestro Concello en su oferta al exterior es precisamente esa fecha declarada de Interés Turístico, fecha que desde el nacimiento oficial de nuestra Sociedad, fue su gran preocupación el conservar una continuidad en las maneras de construir y divulgar un día distinto a los demás, una cuenta con matices diferentes, un algo que define y etiqueta, por cuanto de esa constancia en ser diferente se alimenta uno de los mejores sorbos de que dispone la fuente de ofertas turísticas de nuestro municipio.

La JIRA, como ya hemos apuntado, que nacida a la sombra de una inocente y casera manifestación dada su reducida participación en el balbuceo de sus primeras pisadas, al paso de los años se ha convertido en una pieza básica del programa festivo ribadense, acogiendo a una de las mayores concentraciones que se decantan a todo lo largo de la cornisa astur-galaica, y que por su prestigio de conservar los valores tradicionales festivos, adquirió la calificación de “Fiesta de interés turístico” debido a la propuesta que elevó la Comisión calificadora, a la Secretaría de Estado de Turismo, con fecha 31 de Enero de 1980.

Viviendo la Jira, y si esforzamos un poco nuestra imaginación, el espectáculo puede presentársenos –aunque no sea tarde-noche de San Xoán- como un conjuro que nos diga de meigas e trasgos –sus concursos de queimadas-, con jinetes “engarabitados” a mangos de escobas voladoras, escribientes con polen de rosas (como diría Mariola) sobre nubes blancas que utilizan a modo de rugosos pergaminos bajo un concierto de estrellas, para dibujar el cartel mural de 1992, ante la atenta y sedienta mirada de miles de volvoretas que acuden al reclamo del festival.

Con fondo de un alegre y movido repique de campanas que tiene su origen en el pico del Mondigo, y que resbalando cariñosamente, falda abajo, llega a Santa Cruz, se hace el milagro de espejismo con el alumbramiento de un surtidor de luz y colorido que bañan la piedra que el hombre labró dándole forma de representante de nuestras raíces étnicas van ya 27 años. Mas que altivo, placentero, sintiéndose arropado por escenas de canto, danza y gaita; adornado por el cinturón que forman los escudos provinciales de nuestra autonomía, teñido por colores de aceiro,corales, limoeiros é critales, de que nos dice el cantar popular, lo tenemos ahí, erguido, oteante,

respirando olor de pinos, eucaliptos y del reconfortante salitre que le llega del mar, mirando al azul infinito, y siempre acariciando el puntero dispuesto a repuntear todo lo que al gallego le pueda sugerir de su ayer, de su hoy y hasta de su mañana, pues aunque no tiene bola de cristal de pitonisa, para desentramar futuros sabe que el gran tesoro del porvenir está encerado en el fol de su gaita, esa gaita que entre lo plácidos y lo agitado lanza al viento un gran deseo:

Hoxe non quero chorar,

é festa en Santa Cruz.

As bágoas da tristura

deixémolas para mañán.

Ei, carbalelira!

Eu tamén quero cantar e beilar.

Como positivo fruto de un decidido y planificado quehacer social, se irguió sobre un mirador excepcional, el Monumento al Gaitero inaugurado en 1965 con la mayor solemnidad.

Los cinceles de Failde y la tozudez de Carlos habían hecho el milagro.

El gaitero de piedra pasa muchas horas solo, en acongojante soledad y notando la ausencia de presencia humana. Tiene ya, a fuer de contemplarlos, los ojos enchumados del belenístico paisaje de la ría y del jugoso verde que le rodea, y para aliviar su aislamiento solo cuenta de vez en cuando con la compañía de los pájaros mientras sus oídos se llenan del suave rumor que forma el viento peinando los árboles que le montan guardia permanente. Y, a veces, surge la visita de un fiel confidente, produciéndose entonces la siguiente secuencia: ollamos un merlo pousado na súa monteira; trina e non deixa de trinar trinos que leva o vento Baixo a coroa duha estrela lampexante. O merlo axuda ó séu punteiro a repenicar alboradas e muiñeiras mentras un cortexo de nubes as amosan i escoitan o concerto, non sabendo si cantar ou rezar, para caquela sinfonía, talmente danxos, endexamais finicase. E có aquel eco, os camiños que levan ó mar, os toxos, as silvas, é hasta os peixiños brincan e brincan de ledicia. I é que merlo é gaiteiro fan un conxunto densono.

Y si bien en todo momento festivo el protagonismo corresponde al pueblo, en la romería de mañana es el gaitero su destacado protagonista, brillando con luz propia y anegando con su presencia el pedestal y la atalaya –verde balcón sobre la mariña cantábrica- donde se asienta y desde la que invita valiéndose de cientos de gaviotas como emisarias, a la vecina Asturias (de la que a veces se cela) a compartir el siempre agradable evento que anualmente allí se celebra.

Mañana, día grande con su enxebre romería, quizás pudiésemos ver el conjunto de aquella figura como algo así:

O carón do seu peito

garda o fol.

Sopra, e os dedos

no punteiro

fan xurdir

o misterio da gaita:

chorar e reir.

O tamborileiro

axúdalle a espallar

o quéla quer decir:

alalás e muiñeiras

nunha mensaxe de paz

que non ten fin.

Hoxe non quere chorar,

e berra, eu tamen quero bailar!

As vagaos de tristura

deixémolas para mañan,

e inda que son de pedra,

eu tamén quero cantar!

El acto del pregón vino al mundo cuando comprendimos que al día grande le faltaba su complemento. En la víspera y como vehículo de apoyo a la labor que se venía haciendo, amen de las colaboraciones oportunas, podíamos insertar un escaparate expositivo con el correspondiente canto anual a su entorno.

Y así fue como desde 1980, Juan Suárez Acevedo, por sangre tan íntimamente ligado al Fundador, inició este rosario de actos diciendo en su intervención “Que a partir de aquel momento a la enraizada tradición que supone el festejo popular del Día de la Gaita y su Jira en Santa Cruz, vamos añadirle la alegría de un Pregón”.

Sí, el acto se nos antoja que no solo aporta alegría, sino que también lo realza inyectándole un mayor señorío al encastarle la voz de un pregonero. Cuando en 1990 hicimos la presentación del primer lote de pregones pronunciado, dijimos: “si un dos factores que mais axudan o desenvolvemento da cultura é dispoñer dunha correcta información, fontes na que bebela, hoxe nosoutros dispoñémonos a ofrecela con rigor nesta parcela dos Pregóns do DIA DA GAITA GALEGA E XIRA EN SANTA CRUZ, pretendendo deste xeito comezar o que debe seguir facéndose nas décadas vindeiras, e así convertilo en últil instrumento nas mans de tódolos que traballan por coñecer canto cheira a cultura i esta espallado por Galicia”. Pues bien, fieles a tal consigna y cuando aun flotan en este local los flecos de la hermosa lección que nos dedicó Marcelino Zapico, debo contribuir con mi humilde participación a ese granero que conforma la historia de unos modos, maneras y comportamientos que en el telar de los tiempos se han ido tejiendo alrededor de nuestro pueblo. Y, aunque un tanto atrevidamente he de sentar una afirmación: en la confección de este puro paño del mejor lino que es la historia de nuestro pueblo estimo ha contribuido con luz propia la influencia ejercida por la gaita y el gaitero de ayer, de hoy y de mañana. De ese nuestro gaitero amamantado en la imagen de la poesía que Curros dedicó al de Penalta:

Xentil, aposto, arrogante,

en cada nota o gaiteiro

ceibaba un limpo diamante

que logo no redoblante

pulía o tmborileiro.

Tengo por seguro que a pesar de lo mucho y bueno que se lleva dicho, todavía no se haya cantado plenamente ese complejo de piedra madera que a mi se me antoja forman el mascaron de proa de un navío velero que busca mirando a Villaamil y tras superar los dientes de las Carrayas, el infinito averdosado navegando por mares de lejanía, y que en sus cuadernas atesora el recuerdo de un ayer que se hace presente con la figura del gaitero que bajo el palio de la bóveda celeste soportada sobre las varas del cortejo de pinos centinelas de su presencia, a los humanos nos lleva al encuentro con noches mágicas. Y precisamente cuando se produce la fusión es cuando el pregonero asiste al fruto del crisol: cuando ni el mismísimo viento que suele peinar el arbolado se atreve a romper la calma que se adueñó del lugar; cuando todo es paz y hasta el cortejo que forman los árboles se saludan en rito de queimada; cuando los pájaros esperan el amanecer y las gotas de rocío se transforman en perlas para enriquecer los flecos con que se adorna la gaita, es cuando el gaitero de Failde hincha el fol y sus dedos repuntean una alegre muiñeira. Y entonces, comos si de una conjunción de forma y poesía se tratase, hasta podemos ver y oír como Carlos, Amando, Luis y Primitivo vienen en su ayuda para producir un susurro de alalás en cascada que bajando hasta el llano se adentran buscando su regazo, en el cristal de la Ría.

Si, decididamente, todavía queda mucho por contar, odas por componer, y trovas que cantar a esa maravilla de la naturaleza que todos los días aprovechando el ciclo de las mareas, baja a bañar sus descalzos pies en las aguas de la ría, y de la que es vigía y faro para que no haya marineros perdidos en olor de tormenta y sirvan también como sosiego de pensamiento a pié de poesía. Sí, para todo eso nació el Pregón, y que en esta alternativa que me ha correspondido la afronté no bajo la influencia de uno de esos días en los que el señor de la lluvia parece mas bien jugar al “quieres y no puedes”, uno de esos días grises, sucios, pegajosos, sin luz… sino todo lo contrario, en una mañana en la que el astro rey iluminaba hasta los mas pequeños recónditos del complejo escaparate que es Santa Cruz, cuando imaginando el nadar de unos cisnes de nítida blancura chapoteando en las cristalinas aguas de un lago azul dejando una estela de encajes formados por burbujitas de espuma mientas el cielo se cubría con el vuelo de millares de aves exóticas con plumajes de múltiple colorido, que en viaje peregrino hieren el aire, rompen su perfecta formación en ruta cuando sobrevuelan Santa Cruz y así poder entregarse a practicar el difícil exhibicionismo de la acrobacia en honor del paisaje que estaban contemplando. Y es así cuando electrizado por tan sobrenatural influjo creyéndome capaz de comerme el mundo, barro los remilgos que me achuchaban y me siento cruel verdugo da las gaviotas, por ser a la vez simpática ave palmípeda y gran tacaña para con los humanos al no cantar mas que cuando vuela.

Y pienso, ¡ay!, que este algo que parece como salido de un cuento de las maravillas de Alicia que, fijándote a la naturaleza, te da alas para que, liberándote de amarras, puedas hacer cabalgar sobre nubes infinitas a tu propia fantasía, me diga en un gesto de impotencia para poder consumarlo: ¡quién pudiese ser bolboreta capaz de descorrer la oscura selva de la noche, y abriéndose paso entre sus sombras, esas sombras que envuelven el hechizo de Santa Cruz, dejarlas con mañanas marineras y banderas en las torretas de las Iglesias prendidas por los alfileres de una ensoñación!

Id, amigos míos y traedme esas sobras, como dijo Alvaro Cunqueiro en su “O incerto señor Don Hamlet” y entonces es cuando llegaríamos a tocar el alma sensible del poeta capaz de componer el arco iris de una sinfonía que nos ofrecería como su mejor regalo para que saciásemos la sed que nos atormenta.

Dejemos la delicadeza con que siempre se trata el tema del Pregón para adentrarnos un poquito por la árida faceta de sus historia resumida en la frialdad de unas cifras.

Como todos sabéis, AMIGOS DE LA GAITA, nació con la ilusión de hacer realidad unos sueños que venían acariciando Carlos y Amando: que Santa Cruz fuese el punto de encuentro de millares de romeros; que allí existiese la señas del Gaitero, y que los sones de la gaita invadiesen el entorno, retomando una afición que se encontraba en periodo de un muy decaído entusiasmo. Y, de la estela de aquellos deseos, fueron surgiendo:

  • 1º.- El parto de la sociedad impulsora ocurrido el 17 de julio de 1962, y que en el Registro Provincial de Asociaciones tiene el nº 12, el 938 en el Nacional y el 71 en el de Asociaciones Culturales de Galicia.
  • 2º.- Promocionar la Gaita Gallega a través del Grupo femenino “Saudade”;
  • 3º.- Erigir el único en su género, monumento a la memoria del Gaitero gallego, existente en nuestra autonomía, inaugurado oficialmente en agosto de 1965, y también momento en que se decidió que el día de la Jira tendría lugar cada primer domingo de agosto.

Posteriormente en 1980 se incorporó el acto del Pregón al programa del Día de la Gaita-Jira en Santa Cruz-, y en 1981 fueron creadas las Escuelas para las enseñanzas de Gaita y Danza. Y, ante la expansión que experimentaba la Sociedad, que de los 19 socios iniciales pasaba a tener 623, y existir el proyecto de ir a nuevas actividades, se aprobaron en 13 Diciembre 1989 nuevos Estatutos contemplando la figura del “Socio Copropietario” a través de la que se pudiese desarrollar el Complejo “Cultural-Recreativo-Deportivo” que se está promocionando, y que comenzó su andadura en 1985 con al adquisición del terreno ubicado en la Rúa de Alfredo Deaño. Y para legalizar el aspecto Deportivo sus Estatutos fueron aprobados en 26 de Junio 1990.

Decir “Amigos de la Gaita” es tanto como decir Jira, Monumento al Gaitero, Pregón, Escuelas de enseñanza folclórica, “Complejo Cultural-Recreativo-Deportivo”,… cantar, bailar y soñar. Ayer, hoy y mañana de una parte viva de nuestras gentes. Y sin suda, que este proceso se debió a la saga de los Couto, que consiguieron inyectarnos el orgullo de haber sido artífices de numerosas secuencias creadas con mansedumbre y sencillez, pero que son motivo de inspiración de poetas, pintores y esculturas, e, incluso, para que las gentes de la montaña y el llano bajen al ribazo de ese regalo de Dios que se llama mar.

De ese mar que a fuerza de cinceladas milenarias fue esculpiendo nuestras ensenadas como si de delicados encajes de Camariñas se tratase. Y mientras, allá en le altozano, el Gaitero todo fachendoso se retuerce de alegría al mismo tiempo que piensa: gracias a mí ahí lo tenéis. Empapaos. Y luego subid a mi pedestal para muy juntos celebrar las maravillosas nupcias del agua con la montaña.

A la actual Directiva, heredera da la que había recogido el testigo en 1980, de algo que es como una veta de agua que no debe cesar de manar, no se le oculta que para seguir marcando huellas es obligado un relevo generacional. Y no lo ignora porque si hace 12 años no hubiésemos intentado la atracción de nuevos socios y unir otros elementos y motivos al rumbo base de lo que recogían los Estatutos iniciales, la desaparición de Amigos de la Gaita hubiese sido un hecho imparable. Existía una profunda crisis interna que teníamos que abordar, abriendo con cuñas de imaginación y muchas ganas de hacer, el anillado muro que nos encerraba. O sea, jugar con la posibilidad de que por sus brechas pudiese entrar aire fresco y renovador a fin de que la idea fundacional no se asfixiase. Y es que también el mañana, heredero de este presente lleno de salud y esperanza, reclama savia joven con ideas jóvenes que sin olvidar los orígenes marquen la derrota de las próximas singladuras.

Hemos hablado el ayer y del presente, tiempos en los que Amigos de la Gaita se fundió con Santa Cruz, espiritual y materialmente, tanto que cualquier desgarro sufrido por alguna de sus partes provocará un lastimero quejido del todo, e incluso hemos rozado el futuro, ese futuro cuyo volumen de inversión se escapa de las aportaciones que puedan hacer sus 310 socios copropietarios, por lo que resulta indispensable la proyectada fusión de Sociedades si queremos acercarnos a la posibilidad de construir el edificio social que Ribadeo necesita y si es que no quiere quedar descolgado del tren social. Es este un problema de concienciación tanto por parte del vecindario como de las sociedades implicadas. Nosotros encendimos la antorcha, pero solos no nos bastamos para seguir sosteniéndola en su continuar avanzando.

Resultaría imperdonable si hoy omitiese dos importantes menciones: una, para los directivos, motor de la sociedad, que me han acompañado a ir despejando las barreras que se oponían al porvenir, y la otra de agradecimiento a ese colectivo que creyó en nosotros y que con su apoyo económico hizo posible el poder caminar tras el ambicioso proyecto que habíamos alumbrado como el mejor exponente del compromiso de expansión asumido al fin de continuar creciendo.

Entiendo que con unas pinceladas ha quedado enmarcado el ayer, hoy y mañana de nuestra sociedad. Y retomando el tema que aquí nos ha traído, veo como bajo la carpa que con putillas de niebla forman las estrellas en la entreverada despedida de una noche agosteña, un cortejo de Musas de Santa Cruz, guiadas por la pobre luz de un candil de saín, baja hasta el Puerto al encuentro con la Pancha después de haber rezado en la capilla de Villaselán por los hombre de la mar. Bajan dejando flecos de sus sayales prendidos en los tojos y silvas que franquean el sendero. Y bajan como entre algodones porque transportan una efigie del Gaitero para embarcarlo en Porcillán en una chalana marinera capaz de dar la vuelta al mundo.

Y una vez cumplida su misión (como si de un espolvorear de reliquias se tratase) regresan tan calladitas como bajaron para volver a ocupar su nido secular arracimadas a la fría piedra del gaitero. Y así queda cerrado (como en un conjuro de noche sanjuanera) el ciclo mediante el cual las gentes de otras orillas vienen a saber de los encantos que encierra Santa Cruz alumbrada en un parto sin dolor por la madre naturaleza para el regusto de los ojos del alma. Santa Cruz, su Jira…

Al respecto he de pediros lo que “Moncho de los Enanos” nos dijo en 1989: “subid, subid todos al monte de Santa Cruz, a la fiesta de la Gaita, que nunca os pesará.Llenaos bien los ojos de paisaje y tal vez al atardecer, desde allí arriba veáis las nubes rosadas del cielo reflejarse sobre un mar de plata bruñida y las siluetas sobradas de Figuera y Castropol desvanecerse en el embrujo de la noche”. ¡Qué hermoso resulta este mensaje en lo que conlleva de empeño en crear poesía bajo el misterio de la música de la gaita que viene a ser como el santo y seña para que todos podamos penetrar en el ensueño de Santa Cruz!

Si, que no decaigan ni la costumbre de subir al monte, convirtiéndolo en un rito de intención y compromiso de cumplirlo, ni el afán por conservar las cuentas de ese rosario de valores que se manifiestan mientras se ensaya un cantarín duchado por un trago de ribeiro. Que el día de la gaita, fiel a su tradición folclórica, sea el mejor imán de atracción para continuar agrupando a nuestros hijos y nietos en lo que debe seguir siendo la gran familia ribadense. Una gran familia qué presidida por la montera del gaitero comparta lo mejor de sus frutos con cuantos llegados de otras tierras y por veredas diferentes, venga a pasar con nosotros la fiesta de nuestra enxebre romería. Yo espero ilusionadamente que desde el Mondigo baje hasta la ribera un fuerte olor a madreselvas empapado de las voces de un coro de gorriones que entonan la popular “Santa Cruz está no alto e Ribadeo no baixiño…” para que ANTÓN DE FOZ con su vozarrón un tanto cascado se encargue de espallarla por la bisbarra mariñana.

Y ahora, mirando al cielo, como si fuese la mística de una imploración:

Señor, Señor, ¡por favor!

déjame aquí un poco mas,

para que mi ya cansado corazón

pueda vivir otra nueva ilusión.

Señor, Señor, ¡por favor!

déjame subir mañana a Santa Cruz,

y al cobijo del gaitero, mirando al mar,

pueda sentirme mejor.

Señor, Señor, ¡por favor!

 

Gracias a dios y a todos vosotros. Deica logo.

Agosto 1992